Fabricando un poema
Encontré un montón de buenas palabras,
materia prima imprescindible
para fabricar un poema.
Les quité el polvo.
Las ordené sobre el escritorio, en fila india.
Les planté una escarapela sobre el cuerpo mórbido
y me dispuse a escribir
con la seguridad del oficio
y la inspiración bajo el brazo.
Varios días las prediqué:
Corazón de María. Madre nuestra…
Pero, el poema no aparecía.
El deber llamó a mi ventana:
Pagar la cuentas,
procurarme el sueldito,
barrer los pisos.
Subsumir la dignidad en diario memorándum.
(Sucundum, sucundum).
En fin, ejemplos triviales.
La cotidianidad de la no-muerte
en empeños domésticos.
La imposibilidad de lo imposible
y las filtraciones de la lengua
me dejaron varada
en un célebre primer plano,
con lo inaudito del ritmo,
lo inaudible del tópico,
la tibia disciplina
del principio de la frontera oculta.
Volví a la mesa de trabajo.
con visiones ilusorias
y multiplicidad de ejemplos,
que hirieron de repente
con su simple brizna,
condición e intervalos
de vanas herejías.
Travesía dorada de arbitrario epicentro.
Corpus en remisión.
Argumento, distracto y guía.
Suplirnos vulnerando el tedio.
Trillón de enigmas
tirados al azar en la hoja seca.
Intentar lo intenté.
muriendo en la constancia,
con carta lacrada,
pulsador y timbre.
con traje y en camisa de franela,
con novilunio, sol, tormento lento.
Con vestidos de seda
he tentado a mi musa
encallada en la cumbre de montañas y aludes,
en el aire borroso de ríos esplendentes,
en físicas planicies y cataratas áureas.
Inútil pasatiempo.
El poema no arriba.
Contumaz, vagabundo.
El poema no arriba.
El poema se encharca, se enloda, se abandona.
Se pierde en los tropismos,
araña las orugas,
gatea como un crío,
desciende al sumidero.
Lo poeta se cansa.
Comprende que la vida es mariposa
horizontal y efímera,
embriagada en botas de vino.
La poeta abandona.
Comprende que no escribe la palabra,
escribe la presencia.
Comprende que sin el palmo amado,
sin la boca cercana de su beso
la falla torna en grieta
y el calor lo consume.
La lección se termina. Mañana, seguiremos al acecho.
Encontré un montón de buenas palabras,
materia prima imprescindible
para fabricar un poema.
Les quité el polvo.
Las ordené sobre el escritorio, en fila india.
Les planté una escarapela sobre el cuerpo mórbido
y me dispuse a escribir
con la seguridad del oficio
y la inspiración bajo el brazo.
Varios días las prediqué:
Corazón de María. Madre nuestra…
Pero, el poema no aparecía.
El deber llamó a mi ventana:
Pagar la cuentas,
procurarme el sueldito,
barrer los pisos.
Subsumir la dignidad en diario memorándum.
(Sucundum, sucundum).
En fin, ejemplos triviales.
La cotidianidad de la no-muerte
en empeños domésticos.
La imposibilidad de lo imposible
y las filtraciones de la lengua
me dejaron varada
en un célebre primer plano,
con lo inaudito del ritmo,
lo inaudible del tópico,
la tibia disciplina
del principio de la frontera oculta.
Volví a la mesa de trabajo.
con visiones ilusorias
y multiplicidad de ejemplos,
que hirieron de repente
con su simple brizna,
condición e intervalos
de vanas herejías.
Travesía dorada de arbitrario epicentro.
Corpus en remisión.
Argumento, distracto y guía.
Suplirnos vulnerando el tedio.
Trillón de enigmas
tirados al azar en la hoja seca.
Intentar lo intenté.
muriendo en la constancia,
con carta lacrada,
pulsador y timbre.
con traje y en camisa de franela,
con novilunio, sol, tormento lento.
Con vestidos de seda
he tentado a mi musa
encallada en la cumbre de montañas y aludes,
en el aire borroso de ríos esplendentes,
en físicas planicies y cataratas áureas.
Inútil pasatiempo.
El poema no arriba.
Contumaz, vagabundo.
El poema no arriba.
El poema se encharca, se enloda, se abandona.
Se pierde en los tropismos,
araña las orugas,
gatea como un crío,
desciende al sumidero.
Lo poeta se cansa.
Comprende que la vida es mariposa
horizontal y efímera,
embriagada en botas de vino.
La poeta abandona.
Comprende que no escribe la palabra,
escribe la presencia.
Comprende que sin el palmo amado,
sin la boca cercana de su beso
la falla torna en grieta
y el calor lo consume.
La lección se termina. Mañana, seguiremos al acecho.
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