Técnica mixta
Cuanto creíste que iba a terminar el odio,
y abriste el picaporte de la vida serena,
olvidando la quemadura y el picor de la ortiga,
se encendió la fogata de aquellos
que avivan con rencor en las cenizas,
como es habitual
en estos tiempos infames.
A traición te estoquearon
los que muerden el anzuelo de la guerra,
y acedan, a precio módico,
contra viento y marea,
el oleaje de la paz de los viñedos.
No anheles el equilibrio de los santos
en la inmemorial crueldad de los tiranos.
Hay un tramado tibio y venturoso
que no pueden gozar sin sus manjares
servidos en el plato de los reyes,
sobando sus espaldas con minutas
freídas en la grasa de sus pares.
Que hubiera sido de la literatura
sin esos alicates,
alimañas
que mutilan la luna
con ácidos de insomnio.
Que hubiera sido sin esta transparencia
ariete de la cuña del eclipse,
sin el estafador,
sin esos ciegos,
que aspiran a llenar sus billeteras
con yermos mecanismos por consigna.
Qué hubiera sido del grado coactivo,
la ilusión necesaria,
el nombre deletreado,
sin tanto nocturnal que se desploma
como un cuenco de metal
con puntos suspensivos en la diáspora.
Las conjeturas potenciales
deben ser permutaciones vacías
vestidas de oscuro,
para estos animalitos de Dios,
que prosperan como larvas venenosas.
En la causalidad está el indicio
de fúnebre sequía cuando llueve.
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